Buenas tardes, soy Julia Gómez, del Colegio Alemán Alberto Durero Sevilla.
Considero que, ante el problema planteado, el cual es realmente serio, las empresas que pueden llegar a exponerse más son aquellas que están más desinformadas respecto al uso de los medios de comunicación, aquellas que no cuenten con los medios para aplicar sistemas de seguridad (sean físicos o económicos), y todas las que transmitan y manipulen datos en mayor o menor medida, datos que puedan llegar a ser de interés externo a la empresa.
Hay algunas empresas que, desde hace tiempo, tienen en cuenta este tipo de problemas, por lo que actúan de distintas maneras: Se puede contratar un servicio de informática, dedicado exclusivamente a bloquear páginas poco seguras o con probabilidades de introducir virus informáticos; Los programas y páginas exclusivos de la empresa también son de gran utilidad y ventaja. Desgraciadamente, como ya mencioné, no todas las empresas pueden permitirse esto, sobre todo, aquellas empresas pequeñas y que apenas están empezando. Incluso a veces, grandes empresas conocidas a nivel mundial han tenido problemas de seguridad y de hackeos que han acarreado graves consecuencias. ¿Conclusión? Aunque ya empieza a haber una mayor concienciación, sigue habiendo mucho que desear en cuanto a seguridad informática en el ambiente laboral. Ya ni hablar cuando esto se lleva a la tecnología que cada uno tiene en su casa.
Por tanto, ¿qué puede aportar el Parlamento Europeo para solucionar este problema? Podría empezar a haber un mayor control sobre las páginas en internet que puedan suponer un problema para la seguridad de otros usuarios, realizando leyes e imponiendo sanciones al respecto en la medida de lo necesario. Proveer a los ciudadanos de información también es imprescindible, por lo que algún tipo de campaña publicitaria tampoco vendría mal. Y, por supuesto, algún tipo de apoyo económico para aquellas empresas en mayor riesgo, empresas pequeñas y empresas de gran importancia, como las que manejan datos de la salud de las personas. Dicho apoyo económico puede ir, por ejemplo, destinado a la compra y puesta en disposición de aparatos electrónicos exclusivos para el teletrabajo, con el fin de que no haya interferencias entre las páginas visitadas en lo personal y en lo laboral, y reducir así riesgos en la red.
Por supuesto, los gastos dentro de la propia empresa deberían correr a cargo de la misma, y no de los empleados, pues es a la primera a la que le interesa la conservación de sus datos de manera segura. El empleado deberá actuar con precaución, pero para ello tendrá que ser informado al respecto también.
Hasta aquí mi aportación. ¡Un saludo!