Buenas tardes, compañeros del foro.
La pandemia del Covid-19 lleva asolándonos varios meses y, para frenarla se han probado varios métodos que no han resultado del todo efectivas; por lo que otros nuevos con raíz en la tecnología actual han surgido para intentarlo con mayor efectividad. Una de ellas es la denominada "Cuarentena selectiva" que por medio del uso del big data de la población y su geolocalización pretende mantener a raya los contagios tan solo en aquellas zonas dónde se está llevando a cabo, siendo de este modo de gran eficacia al atacar el epicentro del contagio y permitiendo al mismo tiempo la libre actividad económica de los lugares ajenos a la expansión del virus. Sin embargo, el uso de estas medidas atentan directamente contra uno de los derechos fundamentales como lo es el que todos poseemos a la privacidad y a mantener nuestra posición en secreto si así lo deseamos. Cabe recalcar que, en realidad, los datos que se recopilan son de carácter pseudo anónimo, es decir, se recopilan los datos y se asocian a las personas a las que pertenecen, pero no se miran individualmente pues lo que resulta útil es observarlos a gran escala para determinar que colectivos están expandiendo la pandemia, por lo que ningún individuo realmente es analizado. Ya ha quedado demostrado que recolectar datos sin conocer su procedencia no solo es imposible, sino que de ser posible sería inútil porque es precisamente la persona asociada a los datos lo que otorga a las entidades la información que requieren. Además, una vez la pandemia remita, no existe garantía alguna de que estos datos desaparecerían y podrían ser usados con fines poco nobles si no se regula el uso que se debe dar de ellos. No obstante, los expertos han demostrado que las medidas de control individualizado tan sólo resultan útiles cuando se tiene información de la mayoría de la población, en torno al 70% de esta. Por ello nos hayamos ante una encrucijada difícil de resolver en el que la salud de nuestra población compromete su privacidad, ante este dilema no existe una solución única y completamente correcta pues todas poseen puntos a favor y en contra.
Cabe recalcar que afirmar que los derechos humanos son absolutos tan solo es una verdad a medias porque cuando estos entran en conflicto, uno siempre debe alzarse sobre el otro, pero, al no haber leyes que regulen que derecho debe prevalecer sobre el otro, se establece una especie de balanza moral, en la que cada uno decide qué derecho prevalece. En este caso hay dos derechos fundamentales que se contradicen; el derecho a la privacidad y el derecho a tener una vida saludable, pues preservar nuestros datos podría costarles la vida a miles de personas. Ya queda en consideración de cada uno dilucidar cuál de estos dos derechos fundamentales debe prevalecer sobre el otro y si realmente es necesario ceder nuestra información para frenar la pandemia o si se deben aplicar otros métodos que, a pesar de ser menos efectivos, no reduzcan los derechos de los que gozamos. En cuanto al mal uso que se pueda dar de nuestros datos por parte de entidades gubernamentales, la Unión Europea puede ser la solución; pues si controlase los datos de todos los países que son miembros de ella la justicia e imparcialidad estarían garantizadas, de modo que ningún país pudiese guardar la información para ellos tras la pandemia y otorgando a todas las naciones libre acceso durante la pandemia, asegurándose de que no se usen para otros fines durante ni tras esta.