Buenos días, Presidencia y Delegados.
La pandemia de la COVID-19 en 2020, no supuso solo repercusiones físicas para los ciudadanos debido a la enfermedad, sino que también repercutió económicamente y afectó a la salud mental de las personas. Durante el confinamiento, nuestra vida cotidiana se vio repentinamente interrumpida; añadiendo que tuvimos que experimentar situaciones de estrés debido a la enfermedad o la muerte de seres queridos, así como la posible pérdida de empleo de estos mismos o la propia.
Según una investigación apoyada por la OMS, la pandemia de la COVID-19 provocó en todo el mundo en 2020 un aumento del 27,6% en los casos de trastorno depresivo mayor y un aumento del 25,6% en los casos de trastornos de ansiedad. Los mayores aumentos de dichos trastornos tuvieron lugar en zonas muy afectadas por la COVID-19, en las que la movilidad de las personas fue menor y las tasas de infección por COVID-19 fueron más elevadas.
Los que se vieron más afectados por esta epidemia de la salud mental fueron las mujeres y los jóvenes (en especial entre los 20-24 años).
Por otra parte, más del 33% de los Estados Miembros de la OMS notificaron que, como consecuencia de la pandemia, los servicios de salud mental, neurológicos y de uso de sustancias se vieron interrumpidos entre noviembre y diciembre de 2021. Asimismo, los programas más afectados fueron los de salud mental en las escuelas (que se vieron afectados en un 56%) y los de prevención y tratamiento del alcoholismo (en un 51%).
https://iris.who.int/bitstream/handle/10665/354393/WHO-2019-nCoV-Sci-Brief-Mental-health-2022.1-spa.pdf?sequence=1 Por otro lado, el Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en Infancia y Adolescencia declara en el siguiente comunicado que los diagnósticos a nivel global relacionados con trastornos mentales en Urgencias Pediátricas después de la pandemia aumentaron un 10%. Y los diagnósticos que más aumentaron fueron: “Intoxicación no accidental por fármacos” (122%), “suicidio/intento de suicidio/ideación autolítica” (56%), “trastorno de conducta alimentaria” (40%), “depresión” (19%) y “crisis de agresividad” (10%).
https://www.aeped.es/sites/default/files/20220407_np_salud_mental_infancia_y_adolescencia.pdf Cuando inició la pandemia, la identificación y tratamiento de la salud mental se vio interrumpida. La distancia social y las medidas del confinamiento dificultaron la capacidad de proporcionar servicios presenciales, ya que los recursos de la salud se concentraron en combatir las crecientes tasas de infección y hospitalización. Además, debido al miedo de infectarse, fueron muchos los usuarios decidieron evitar el contacto con los especialistas.
Debido a esto, muchos países se esmeraron en reconfigurar la manera de atender a los pacientes, para asegurarse de que siguieran tratándose, añadiendo citas
online o por teléfono. Aunque, de igual manera, el número de pacientes que se trataban disminuyeron con respecto al inicio de la pandemia.
https://health.ec.europa.eu/system/files/2022-12/2022_healthatglance_rep_en_0.pdf En conclusión, la pandemia de la COVID-19 tuvo efectos innegables sobre la salud mental de los ciudadanos, que todavía podemos observar a día de hoy.
Delegada Lucía Jiménez- Centro San Valero (Zaragoza)