Buenos días, Presidencia, delegados y delegadas.

Primero de todo, me gustaría definir lo que es una adicción. La RAE define una adicción como "Dependencia de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio psíquico". Por ese mismo motivo propondría no solo limitarnos a adicciones como el tabaco, las drogas o el alcohol sino que también podríamos centrar nuestra mirada en dos de las adicciones más accesibles que tenemos, las redes sociales y la pornografía.

Para empezar, la red social Tik Tok ha sido descargada unas 2.6 mil millones de veces. Dentro de esas descargas, casi un 50% eran menores de 30 y se estima que el usuario promedio visite esta red durante casi una hora al día. Esta aplicación provoca adicción con un fenómeno que ocurre en nuestra cabeza que es el placer. Un constante bombardeo de información y vídeos de duración de unos 15 segundos, aparte de adicción también genera una incapacidad para que el usuario se aburra o poder concentrarse en tareas básicas como ver una película o estudiar para un examen de matemáticas. Esto genera un déficit en la dopamina causando problemas como desinterés, depresión y sensación de debilidad. Tan peligrosa es esta red social como tantas otras que está prohibida en teléfonos de altos cargos administrativos y jefes de estado.

Otro grave problema con la dopamina es que por culpa de su déficit, hay una gran incapacidad para profundizar y persistir para lograr nuestros objetivos. Usain Bolt, actual poseedor del récord mundial de los 100 metros lisos, deja un ejemplo bastante claro cuando dijo “Yo entrené durante 4 años para correr solo 9 segundos y hay personas que por no ver resultados en dos meses, se rinden y lo dejan”. Para entender esta situación debemos primero comprender la diferencia entre el placer y la alegría. El placer es efímero y varias veces el seguir nuestros placeres ponen en riesgo nuestra alegría. La alegría viene de generada por la dopamina y de la gratificación. En el caso de Usain Bolt, la alegría no viene del momento en el que ganas la medalla, sino cuando entrenas y empiezas a ver el fruto de meses de entrenar mientras que el placer sería tirar la toalla y vivir de una forma menos exigente.

Otro factor responsable de la pobre salud mental en los jóvenes es la pornografía. Esta es una de las industrias que más dinero mueven en el mundo, superando a la cinematográfica, farmacéutica y la de las bebidas alcohólicas. También supone más de un tercio de las descargas en la red. De hecho, se estima que el 70% de los hombres jóvenes la consumen de forma habitual.

Lo que esta industria genera normalmente son disfunciones sexuales ya que se muestra el sexo como algo deshumanizado e incluso llega a provocar depresión, ansiedad y adicción. Al consumir pornografía, nuestro cerebro cada vez quiere más aunque no nos resulta nada gratificante lo que veamos. De hecho el consumidor lo consume sin motivo alguno, no hay recompensa pero se consume de forma compulsiva.

Por estos motivos propondría que se tomasen medidas concienciando a los jóvenes de que al igual que la comida, el contenido que consumimos en internet puede afectar nuestra salud. Aparte de eso también incitaría a que la sanidad pública ofrezca más sesiones para cualquier persona que necesite apoyo con su estado de ánimo ya que actualmente un individuo puede tener como mucho una sesión al mes con el psicólogo y no todo el mundo se puede permitir uno privado.